Mi linda casa, hastió.
Mi bella hermana, estúpida.
Mi querida mama, falsa.
Mi querido padre, asco.
Una sonrisa en mi cara, una mueca que me destroza el alma,
me duele tanto el amor que se procesan, todos a mi alrededor, se aman.
Son como pequeñas uñas de odio que siento se clavan en mi
cerebro, bebo para soportar el hastió que me provocan.
Me miro en los cristales de los ventanales, mientras finjo
mirar el paisaje y intento buscar algo que hacer con todo este odio, con todo
este asco, sus pegajosos perfumes intentan ocultar su hedor a humanidad, asco,
asco, asco.
Bebo para poder soportar no mirarles, mientras sonrió entre
los familiares, que van llegando me fijo en una dama, un joven mujer viuda, son
sus ojos los que me atraen, son sus labios carnosos, su olor a mujer me
envuelve, me vuelto experto en olores, los que me gustan son determinados,
aromas sutiles, que los hombres y mujeres intentan ocultar tras perfumes
apestosos, pero al haber estado en tantos prostíbulos he aprendido a percibir.
Eso me gusta, me atrae de esa joven mujer.