Cuenta la historia, que las noches de difuntos, los muertos
y los vivos comparten la misma realidad.
Cuentan y cuentan.
Yo siempre pensé que esto eran cuentos, cuentos y más
cuentos, pero hace 10 años me ocurrió algo que no puedo explicar y que aun
intento entender.
Era una noche de difuntos como cualquier otra, la gente iba
por la calle disfrazada, borracha y feliz, la fiesta se había adueñado de la
calle.
Yo me aleje del grupo con el que iba, quería marcharme a
casa, estaba cansado y hastiado del
ambiente.
Poco a poco llegue a la playa, el mar parecía en calma, todo
era noche a lo lejos las luces de la ciudad atrapaban el ambiente, una voz me
llamo la atención, era una mujer que sollozaba sentada en la arena de la playa,
me acerque, la verdad es que pensé que llevaba uno de los mejores disfraces que
había visto, era pálida y delgada, sus ojos estaban como hundidos en las
cuencas y pensé la han dejado sola en la playa.
Estas bien- dije mostrándome comprensivo y que no pareciera
que quería agredirla- quieres que te ayude.- ella me miro como si la pudiera
ayudar, se incorporo, llevaba los zapatos en la mano y se acerco a mi casi como
si flotara, me acaricio la cara, con aquella mano fría más que fría helada, se
acerco a mi oreja y susurro- he perdido mi caballo y no se volver a casa- yo me
quede muy cayado, pensando que buen disfraz, la dije si quieres te ayudo a
buscar tu caballo- ella sonrió su cara era como de luz, me tomo de la mano y al
notar su fría mano la deje mi chaqueta, parecía tan desvalida, tan abatida, que
sentí que era lo que debía hacer.
Caminamos en silencio por la playa cuando de pronto de algún
lugar salió un caballo, era como de color dorado, pensé, hay gente que se curra
los disfraces al cien por cien, de pronto note una presión tan fuerte en la
mano que me quede mirándola con fuerza y dije- oye me haces daño- ella se giro hacia
mí, y aquella desvalida mujer tenía un aspecto terrorífico, como pude me
desenganche entonces ella se giro hacia mi mientras iba en busca del caballo
fantasmal y dijo, si algún día me quieres buscar el mar nos estará esperando.
Corrí hasta que la luz de la ciudad volvió a atraparme, y la
playa solo era un punto en la noche, me metí en el primer bar que encontré y bebí
hasta que perdí casi las consciencia, y aun ahora, cuando vago por la noche de
los difuntos, pienso en ella, la veo, en mis sueños y temo que me encuentre
aunque se, que cuando lo haga no me dejara soltarme.
Por eso para mí la noche de difuntos es mágica porque deja
que los muertos y los vivos compartan un día.