No me gusta esta ciudad.
Llego el chofer, tarde.
No maldigo mis elecciones pero si mis empleados, no sé si es
que no tengo ojo o soy un tipo raro que se equivoca continuamente en sus
elecciones.
El caso es que cuando llegue al centro, mucha gente y nada
de mi buscada enemiga.
Me concentre en bajar del coche, en el centro no se puede
circular, me dejo en gran vía lo más cerca posible de donde decían haberla
visto.
Iré caminando, he de decir que me gusta que la gente me
mire, me gusta porque sé que tengo una personalidad que marca tendencia.
Baje caminando y llame a mi nuevo y vicioso guardaespaldas,
vino inmediatamente, esto quería decir que estaba cerca haciendo algo, luego descubrí
que tenía una amiga tan viciosa como el, pero con la salvedad que ella tenía
algo que vender que el por desgracia no tenia, su cuerpo.
Caminamos por las calles mi nuevo empleado no paraba de
hablarme de cosas que no me interesaban lo mas mínimo, una fiesta en casa de no
sé quién, o una discoteca en no sé qué calle.
Estaba empezando a molestarme la situación cuando vi, a lo
lejos a mi hombre, me acerque, me hizo
una seña:
-
Van por opera, bajan por ahí, ¿los ve?- asentí los
veía y he de reconocer que ver a mi enemiga me entusiasmo.
-
¿Quiere que la siga o va a seguirla usted?- como
me arrepiento de estos empleados, le atravesé el corazón con la mano y mirándole
a los ojos le hice saber que su corazón era mío.
El retrocedió y yo comencé a seguir a mi enemiga, me gustaba
hacerlo, como un gato y un ratón.
Ñanñan.
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