domingo, 23 de febrero de 2014

El reto en los Oscuros.

Pensamientos.
Parte 1-
Muerte numero uno.
La zorra del puerto.

Londres es una ciudad oscura, mal oliente, húmedo, insulso, durante el día el bullicio del puerto, las calles se llenan de gente que va y viene por unas calles frías, los mendigos piden en cada esquina, mientras los ladronzuelos roban, aquí y allá.
Esta ciudad no me gusta, me asquea, es monótona y absolutamente insulsa.
Pero por la noche es otra cosa, todas las mujerzuelas de la ciudad salen a ganarse el pan, no pueden dormir por la noche pues esta todo ocupado, así que duermen por el día, en cualquier porta lucho, o albergue, por unos peniques, es más barato.
Son sucias y piojosas, algunas viejas y gordas, algunas, como gotas de agua que caen en un pozo guapas.
Estas últimas acaban en burdeles afamados, las que son jóvenes y bonitas, suelen ser caras, las de la calle son lo más bajo que hay.
A veces, por un poco de comida y el precio habitual son capaces de hacer todo lo que les pidas.
Entre las especiales, hay un par de ellas, muy bellas, trabajan cerca del puerto, son dos hermanas, trabajan cerca de la taberna del puerto, pero si las invitas a champaña y un poco de fruta, puedes gozar de ambas toda la noche.
Hace unos días, una de ellas murió a manos de un destripador, un asqueroso que me he esta jodiendo la fantasía.
La otra se ha marchado de Londres, esto me ha enfadado.
Ellas eran especiales, íbamos a la casa de la señora Pi bodi, una zorra gorda que hace años tuvo suerte y se caso con un viejo tuberculoso, dueño de una tabernucha en el barrio del puerto, el murió y ella heredo la casa y el negocio.
Ahora, la vieja zorra se dedica a alquilar la habitación de arriba de la taberna y no pregunta, es una habitación vulgar, pero está bien limpia cuando llegamos y a las chicas las gusta, las gustaba quise decir, maniatar a sus borrachos clientes y golpearles.
Me encanta ver como lo hacen, quise decir lo hacían.
Si yo me hubiera ocupado de ellas más a fondo, ahora Mercedita estaría viva, pero su vicio por el Láudano era un pequeño problema.
Audrey se ha ido, ahora estoy tan solo.
Viajo hasta la casa, al fin y al cabo he pagado el alquiler, y mis ojos se fijan en la delgada muchacha del cabello negro y el viejo vestido.
Es Audrey, la reconocería a la legua, la hago subir, aquel viejo vestido descolorido y sucio, todo negro, parece sacado de un saldo.
Arriba hay una vieja bañera, la invito a desvestirse y bañarse, lo hace, aunque Audrey no es obediente, es una mujer a la que la gusta maltratar, la obediencia se quedaba para Meredit, lastima su adicción cara.
Entonces me dice que está furiosa, que quiere que su hermana pague por abandonarnos, la doy la razón.
Mientras ella se seca, bajo a buscar una muchacha que quiera sumirse en nuestros juegos, aunque sean brutales.
Bajo hasta el puerto, todas las zorras están recelosas, por el maldito destripador, pero encuentro una.
Una gordita pelirroja, alegre, busco un coche y vamos hasta el puerto, subimos y la pedimos que se bañe, Audrey la promete su vestido.
El amor y el dolor son cosas muy parecidas, los juegos vienen, después de la cena.
Pollo y champaña, vulgar pero efectivo.
Luego comenzamos con el amor a base de golpes, con el delicado, afecto de Audrey sus manos duras, la zorra se resbalan y cae, se golpea contra la bañera.
Al principio pensamos que tras el golpe se hacia la muerta para no darnos más placer, pero no, se había muerto.
La ahogamos en la Bañera, la limpiamos y la vestimos.
Bajo con ella por la escalera y vamos al puerto, me acerco al borde, justo entre dos barcos, el tiro.
He de recomer que me he empalmado a la primera, mientras la intentaba ocultar, esto es un problema, para un hombre.
Vuelvo al piso y hago el amor a Audrey como si fuera la última vez, ella siento lo mismo lo noto.
Dejo que se quede en el piso, no es seguro con ese loco destripando mujeres que salga, me encargo de llevarle ropa, objetos de aseo, comida.


No regresare hasta dentro de unas semanas, tengo que ir hasta la casa de mis padres, reunión familiar, mi hermana se casa con un estúpido, pero no siempre puedo estar en Londres.

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